Al reconocer el origen de nuestra alma, descubrimos nuestra verdadera naturaleza y comprendemos el propósito profundo de nuestra existencia. Esto nos libera de las ilusiones y nos conecta con la luz infinita que reside en nuestro interior. Al recordar nuestra esencia eterna, cada experiencia se llena de sentido, orientándonos con claridad y amor en nuestro recorrido consciente.